Inicié este
trabajo a partir de una experiencia vivida dando clases de fotografía,
en la que les hacía tomar, el primer día
de clases a cada alumno, una foto con cámara digital compacta de
un solo lente. Imprimía las fotos y el resultado era que todas,
en un alto porcentaje, eran iguales; cambiaba solo la persona y
el fondo.
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Es
a partir de esta experiencia que hago lo mismo, pero en
la calle, con cualquier persona que se me cruza en el
camino, conocido o no. Le ofrezco la cámara, en esta
ocasión una compacta de película tradicional con rollo
blanco y negro y le pido que me tome una foto
colocándome en posición y lugar que luego pueda
identificar; luego tomo el autoretrato junto a la
persona que me tomó la foto.
En
realidad, mi propuesta era desarrollar un ensayo, o sea,
demostrar que el común de la gente ve igual a través del
visor de la cámara; pero se fue dando una relación
humana afectiva, muy particular; cómo el hecho de hacer
participar a la persona rompe esa cosa de "desconocido"
y establece un diálogo y acercamiento poco comunes:
desde el Intendente de la ciudad de Montevideo pasando
por cuidacoches, personajes de la televisión, niños,
recolectores de residuos, etc. Es entonces que concluyo
que el resultado de este ensayo demuestra lo
afectivo del uso de una cámara fotográfica.
La lectura final se la dejo al espectador que ve este
trabajo.
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Mandar sus opiniones a
nuevadim@adinet.com.uy
Nota:
autoretrato porque visualmente no me gusta con la "rr"
Soy mexicano
y resido actualmente en Montevideo, Uruguay,
donde he desarrollado este trabajo. La
fotografía que tomó la persona es protagonista y el
autoretrato es solamente la referencia para que se
reconozca la persona que me tomó. |
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